El abandono en el Amor de Dios y la experiencia de éste como
un Padre bueno y providente, impulsaron a J.M. Moye a entregarse al “otro”
poniendo enteramente su vida en quien es vigor, origen, meta de la existencia
humana.
Fue un gran misionero en China, durante sus largos viajes y
en las peripecias de su labor misionera siempre depositó su vida en manos de
Dios Providencia.
Fundó el Instituto de Vírgenes Chinas, fue el precursor de
la Santa Infancia, combatió la usura, y promovió la formación de la mujer.
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